Esa sensación de volverme etérea cuando me tocas, sentirme débil cuando me besas se emborrona cuando l cuando te vas y te llevas una parte de mi.
Me vuelvo frágil cuando llevas mi sonrisa, mis ganas de seguir, mi inocencia, mi locura, mi vitalidad... y me quedo a solas con mis temores, tus sombras y nuestros recuerdos.
Parece que la luz ya no me toca, que el aire me esquiva y la vida me abandona. Mientras, las palabras vagan por mi mente luchando con los remordimientos de lo que dije y lo que no dije, luchando con el miedo de perderte, de que se acabe, de que nada vuelva, de que se acaben los días verdes...
Mi rutina se convirtio en tus miradas y tu sonrisa en mi responsabilidad. No abandono por que quiero... o mejor dicho necesito, seguir inventando los juegos de miradas y que nadie entienda nada...
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